Como a todos los niños de su edad le gustaba columpiarse, trepar, dar volteretas, y aunque nunca fue capaz de hacer el pino sin ayuda de sus amigas, seguro que no se arrepiente de los coscorrones que se llevó por intentarlo.
No jugaba con muñecas, devoraba un libro tras otro. Desde que supo lo que eran no paró hasta que consiguió aprender a interpretar todos aquellos símbolos, instintivamente, igual que un cachorro aprende a caminar. Un poco Asperger. Se sentía mayor.
Así las cosas, los libros y Papá Noel eran las cosas que más le emocionaban en el mundo. Ni Bob Esponja, ni los Power Rangers con sus convulsivantes torbellinos de luces, colores y voces lograron robar su atención del mismo modo que a gran parte de sus fácilmente excitables coetáneos.
Hablaba siempre pausada y correctamente, como una pequeña adulta. Contaba su día en el cole como si estuviera leyendo directamente de alguna de las historias de sus libros. Presentación, nudo, desenlace.
De entre todos los regalos que alguna vez recibió, su preferido fue una pequeña y resplandeciente manzana, pequeña y resplandeciente como ella, y la imagen de ese momento se repite en su cabeza cada vez que se siente abrumada por la incompresión de la
Tenía sueños recurrentes con el verano en aquella ciudad tan cercana al sol, bajo el más intenso de los azules, recuerdo envuelto en aroma de piscina de plástico, de manguerazo y de crema de sol. Ésta sí que es la fórmula de la felicidad, y no la de cierta marca de refresco.
Nunca temió ir al pediatra. Aunque a decir verdad, nunca tuvo un hueso roto, ni un esguince, ni por suerte ningún otro problema de salud. Nunca le pidió un caramelo al Doctor al salir de la consulta. Su única preocupación era un fonendo frío.
Estoy segura de que mi pequeña amiga tenía un sentido de la responsabilidad infinitamente más desarrollado que el mío. Pero en mi defensa diré que las dos somos fans de repetir incansablemente nuestras torpes acrobacias.
No supe más de ella, pero a veces parece tener extrañas formas de manifestarse. No como cuando veo a mi sobrino en casi cualquier flaquito rubio de gafas. Más bien es como cuando piensas: "¿Qué habría hecho ella en mi situación?" y te das cuenta de la impepinable validez del criterio de una enana en la resolución del 99% de tus conflictos.
Ojalá regrese.
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