Confieso que tengo
cierta facsinasión por lo ordinario. El esnobismo de los gintos is out, un
nuevo ciclo dominado por su antítesis se abre paso, como una palmera en el
cantábrico: tímida y de futuro incierto, pero celebrada. La tontería del culo
está en peligro de extinción, aunque se prevé que ciertos reductos se aferren a
un clavo ardiendo en defensa de sus mocasines o sus colecciones de vinilos sin
estrenar.
Los anuncios de
Spotify seguirán dando por culo con Bisbal y Melendi en los momentos menos
oportunos, pero tus amigos dejarán de tocar música de cortarse las venas en las
acampadas y se decantarán por el rollito distendido de las canciones de dos
acordes para borrachos.
Señores, es hora de
sacarse los palos de escoba del culo, menearlo a ritmo de cumbia-reggaeton, y
dejar de meter barriga. Es el fin de las autoetiquetas de freak o hipster, es
tiempo de ser vulgar y corriente.
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