- ¿Quién eres? - preguntó el maestro.
Extrañado,
el alumno contestó:
- Maestro, soy yo Juan. ¿Es que
no me recuerda?
- Ya, pero ¿quién eres?
- Juan Hernández, maestro. ¿Se
encuentra bien?
- Sí Juan. También conozco tu apellido.
Pero, ¿quién eres realmente?
El
discípulo creyó comenzar a atisbar un ápice de a dónde quería llegar su
maestro.
- Soy Juan, hijo, padre y
esposo.
- ¿Quién eres?
- Soy un hombre.
- ¿Quién eres?
- Soy carpintero.
- ¿Quién eres?
- Soy tu alumno.
- ¿Quién eres?
- Soy amigo.
- ¿Quién eres?
- Soy protestante.
- ¿Quién eres?
- Soy liberal.
- ¿Quién eres?
- Soy un animal como cualquier
otro.
- ¿Quién eres?
- Soy un egoísta.
- ¿Quién eres?
- Soy mi pasado.
- ¿Quién eres?
- Soy mi presente.
- ¿Quién eres?
- Soy el tiempo que tengo.
- ¿Quién eres?
- Soy un sabio.
- ¿Quien eres?
- Soy un ignorante.
- ¿Quién eres?
- Soy un individuo.
- ¿Quién eres?
- Soy todos los hombres de la
tierra.
- ¿Quién eres?
- No soy nadie.
- ¿Quién eres?
- ¿Quién eres?
Frustrado, agachando la cabeza, se rindió:
- No lo sé.
Enternecido al ver al exasperado Juan, el maestro sentenció:
- Eres lo que los demás quieren
que seas. Pero eso no quiere decir que sin los demás no seas nadie. Sólo
quiere decir que es difícil conocerse cargando con tantas etiquetas.
>> Quien nunca dudó de sí mismo, quien nunca estuvo solo, quien cree que nunca erró ni jamás dudó de sus
actos, cree conocerse. Al menos por un tiempo.
>> Quien se equivoca, se pregunta: ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí?
Esperando que alguna clase de intervención divina sea la responsable de su
infelicidad. Pues bien, está formulando las preguntas equivocadas.
>> Ahora, Juan, dime cuáles son las preguntas más importantes y
difíciles de contestar que hemos de hacernos en la vida.
El
discípulo, ya con el rostro sereno y meditativo, pensó en voz alta:
- ¿Quién creo ser? ¿Quién
quiero ser?
Y el
maestro complacido, abandonó la reunión.
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Este pequeño cuento está basado en una conversación que una vez tuve. Y no, no corrieron las setas.
Hache.
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Este pequeño cuento está basado en una conversación que una vez tuve. Y no, no corrieron las setas.
Hache.
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