Entiendan a quienes buscan su catarsis escuchando canciones del recuerdo de desamores y affaires pasados. Porque en ocasiones la vida parece plana, pero cuando se tambalea tienes ocasión de admirar su plenitud revisionando el fin de tus muchas etapas bajas, mientras aflora en tu rostro una sonrisa que tensa el nudo de tu garganta.
Es la banda
sonora de tu marcha triunfal dejando atrás ese ring sobre el que brilla un
reguero de sangre, a menudo propia, la que hace intrascendentes tus heridas de
guerra. Habías ido a coger impulso y no lo encontraste. Arriesgaste y no es que
perdieras, sino que tardaste en ganar. Te llevaste más de una ostia, y te devolvieron al caminito a palos. En ocasiones el contrincante
eras tú mismo, un lose-lose pero también un win-win, cual enfrentamiento con tu lado oscuro en el Tekken. En
ocasiones moriste, y reviviste en un escenario aún peor, cuando lo único que
querías era apagar el odioso despertador y seguir durmiendo. Lo mejor y lo peor
están por llegar, y todo es tan puto cíclico que más vale que tengamos bien
puestas nuestras respectivas gónadas, pero estaremos preparados.
Ahora,
silencio. Se apagan las luces.
Un viejo episodio va a comenzar.
Por el final.
Un viejo episodio va a comenzar.
Por el final.